Disfagia
En la profunda soledad de un sueño, cuando cambiamos horizontes por quejíos, el alma se torna en otra cosa incandescente, en un ruego interior, en un susurro, y vienen entonces a por ella las cosas triviales: Hace falta detergente para la lavadora, llevar plásticos al contenedor de reciclaje , -sonrío-, y quieren sustraernos, distraernos mas allá de la perversa sensación de estar a solas con el mundo, con el silencio, con la lucha por no quemar esperanzas.
Vuelvo una vez mas al valle de las palabras donde duermen y enseñan, luchan y algunas perecen pero, todas ellas completas en su corazón, ¿tendrán corazón siendo una quimera?, o, ¿quizás no lo sean?, o sí, no lo sé, pero la batalla es dulce y peligrosa como talar un árbol con una canción.
Cada día sigo esperando la luz, esa que pequeñita y maravillosa, se cuela cada mañana por la ventana diciéndome alto y claro que merece la pena seguir adelante, y de repente vuelvo al exterior, cuando algo tan simple como el olor de unas patatas y un poco de cebolla ríen en la sartén...
¿Cómo separar lo que no tiene horizontes, los pensamientos y las acciones?.
Siempre volver al principio del camino, desandar lo andado y levantar los ojos adonde quiera que vayan las horas con la convicción de que, vivir es el mejor regalo.
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