domingo, 1 de junio de 2014



El fin y el principio de los sentimientos



En la serenidad absoluta de las horas transcurridas, ésas donde la vida y la muerte son casi inexistentes, ésas donde el reflejo del alma convive con un todo desbordante e infinito, siento la paz hasta en la punta de los dedos, soy consciente como nunca antes del aire y del sol, de los sonidos, de la mañana y la noche, vivo en ellos y con ellos en una especie de aletargamiento agradable que me responde sin preguntas, sin necesidad de adentrarme en disonancias, es como una burbuja que me cose literalmente al mundo, a mi vida, donde quiera que ésta habite... 




   

Y el sentimiento encuentra, reposa, pregunta




Construyo con papel que voy imaginando blanco y arrugado,  una suerte de lámpara que suelto de entre las manos, que parece volar a un vacío real,  encendida y etérea,  traspasando quizás sólo en mi propia consciencia, la imaginación y la realidad.
¿Habrá alguna escuela donde enseñen a andar a medias, un pie en el propio Universo de los sueños y otro en el retén de la Tierra...?.
Tal vez tengan que ser cuatro y no dos los pies necesarios pero, ¿dónde encontrar los que faltan?