domingo, 26 de abril de 2015

CANCIONES QUE MI MADRE ME ENSEÑÓ

Lee y deja que la música te hable...


Abre la puerta a esa película que olvidaste detrás de tus ojos.



Quizás suene a apología pero los sentimientos están ahí,  cogidos muy fuerte en el alma, en el presente que se va y vuelve de nuevo y nos reencontramos, y sonreimos, y hablamos. 

Hay días en que el recuerdo no es tal,  es una vivencia innata al ser que camina contigo en horas y deshoras consiguiendo que levante la mirada a un cielo distinto, que me hace cambiar, que me hace amar más y mejor y ser otra vez yo misma sin miedo, y es que  cuando hablo de ti , ¡de ti!, emerge un algo sereno y tangible que me aprieta  la mano, invisible, dándole la vuelta a la soledad y renombrándola en una fábula.

Desde el anónimo mundo de la ciudad soleada y dormida subo, escalón a escalón como en un sueño,  a ese otro estado del  más allá que nos acompaña , y se entremezclan haciéndolos uno:  años y fechas, palabras y música. 

Una vez más vistes mi pensamiento de recuerdos,  de colores muy tuyos,   abres mis ojos a un cuento real y mágico mientras creas una sonrisa  y te veo en el espejo de cada cosa que tenga el poder de devolverme a ti.
Vivir es mucho más que andar el tiempo,  que viajar del todo a la nada,  que ver morir cada segundo y celebrar el siguiente, es conseguir ese instante en que vuelvo a estar a tu lado respirándote y dejar que el aire sea más que eso,  que se convierta en una especie de pellizco en el pecho que te hace cerrar los ojos, apretarlos, y saber que soy feliz y sonreír y volverte a amar ...

Frases que fueron tuyas y ahora mías, cosas pequeñitas que tú llevabas y que me hacen sentirme como una niña otra vez jugando a ser mayor, jugando a ser tú  y al ponérmelas no sea yo,  si no tú,  o casi como un estar una dentro de la otra. Leerte en cada esquina,  vivir contigo en una eternidad íntima, mía,  y reconocer que ese algo que late por dentro consigue responder, sin voz pero con ella, a tus ojos de infinito construyendo alrededor mío un ambiente, una luz que parece abrazarte y hacer que ya no existan problemas o lágrimas. Y dejar de desear que mañana sea un día perfecto porque el hoy es tuyo. Tu beso de buenas noches, tu beso de buenos días, celebrando el hoy, el mañana, rendirme al corazón.

Noches de galerna en un pueblecito marinero tras la ventana de tu habitación, mañanas de domingo con traje nuevo, rosarios en la Iglesia alta al abrigo de la tormenta inmensa, días de radio y de almendros, lana reinventada entre las manos soñando con ser otra vez, historias antiguas que se vuelven una y otra vez nuevas, el perfume de tu ropa, tu juego de tocador de cristal jugando con la luz a ser un arco iris , tu traje azul de fiesta crujiendo en una gravedad imposible, tus libros amados, tus palabras..., ¡tú!. 

Y es en una hora totalmente blanca de  primavera  cuando vuelvo a decirte cuánto te quiero.

¡Buenos días mamá!,  y así todos y cada uno de los que se me permita seguir caminando...

Sigo oyéndote cantar desde mi ventana, en tu estrella alta. 

A ti, desde donde quiera que me escuches.